jueves, 27 de marzo de 2014

Preparar una media maratón

Nunca me gustó correr largas distancias, más que nada porque era algo que no veía a mi alcance. Mis hermanos siempre han sido buenos corredores, en especial Cristóbal, con grandes marcas en media maratón; hasta que el año pasado empezó a picarme el gusanillo y decidí allá por noviembre empezar a entrenar para una media maratón, en concreto la de Málaga.

Por supuesto, para ello contaba con que Maite me acompañase, para que fuese un reto en pareja. Ya en enero habíamos hecho La Capitana, un trail exigente y técnico; después hicimos otros trail de 18 Km en Montejaque. Nuestra primera prueba en circuito urbano fue la I MLK Trail Málaga, una carrera nocturna de 8 Km con dos subidas a Gibralfaro. Entramos juntos en meta, muy satisfechos por nuestro rendimiento.


Una de las recomendaciones que se dan como paso previo a correr una media, es hacer una de 10 Km. Y eso fue lo que hicimos este pasado domingo en Estepona. Era nuestra segunda carrera urbana y nos asaltaban las dudas de cómo irían las cosas. Al llegar a la salida nos encontramos con algunas amigas, muy buenas deportistas todas ellas.


Seguimos todos los pasos que hemos aprendido de Rosa en cuanto a alimentarnos e hidratarnos antes y durante la carrera. Habíamos desayunado un par de horas antes y estábamos bebiendo antes de empezar. Cada uno llevaba encima un gel para usarlo para terminar fuerte los últimos kilómetros. A pesar de todo eso, yo tenía el corazón a mil justo antes de empezar, por aquello de los nervios.


Y llegó el pistoletazo de salida. Todos corriendo en tropel. Mi idea era hacer una media por debajo de 6 minutos y medio el km, pero no, en el primero íbamos por debajo de 5.


En el km 3 le dije a Maite que fuera ella tirando más si quería, que yo iba a bajar el paso, porque los cuádriceps empezaban a pincharme y tenia que bajar el ritmo un poco, antes de arriesgarme a una lesión por forzar más de la cuenta. Ella llevaba un pinchazo en los gemelos, pero siguió con un ritmo bastante por debajo de lo acordado.


Por el km 4 ya empezaron a abandonar algunos. No fue nuestro caso, que intentábamos mantener el ritmo ligeramente por debajo de 6 minutos, así que en 57 minutos se plantaba Maite en la meta.


Yo me tomé el gel que llevaba en el km 7, pegué unos buches al vaso de agua que me dieron y decidí aligerar el paso aún más, viendo que podía bajar de la hora y cinco minutos que había previsto como tiempo máximo. Tocó hacer un largo sprint.


Y paré el crono en un tiempo inferior a la hora. Había hecho una media de 5 minutos y 55 segundos por km; mucho mejor de lo que podría haber imaginado.


Estábamos la mar de satisfechos por nuestra carrera. Maite quedó 6ª de su categoría, y yo 50º de la mía, por delante de más de cien personas más jóvenes, cosa que da una tremenda moral.


Nuestras amigas Rocío y Sonia corrieron por debajo de los 50 minutos, un tiempo muy lejano todavía para nosotros, pero que tenemos ahí en mente. Hace solo unos meses era impensable que bajáramos de la hora en los 10 Km, y lo conseguimos, así que hay que seguir entrenando.


Nuestro próximo objetivo es terminar la media maratón de Málaga, este próximo 6 de abril. Toca seguir madrugando para entrenar por la mañana temprano y que no interfiera en las tareas habituales de trabajo y familia.



domingo, 23 de marzo de 2014

Test de Orbea con los Bike Station

Me había apuntado para el test de las bicicletas Orbea de MTB, que había organizado Bike Station Marbella, así que ayer por la mañana me puse la ropa de ciclista y me dirigí para el establecimiento. Me dieron una bici de ensueño, de carbono, montada en Shimano XT, con dos platos, control de horquilla desde el manillar, ruedas de 27,5" y unos frenos de disco tan eficaces como los de un deportivo;  Javi García me reguló el sillín, me monté para ver cómo me iba y empecé a salivar. La bici de mis sueños iba a ser mía durante unas horas.


De lo que nadie me había dicho nada era de quiénes iban a ser los compañeros con los que compartiría la prueba. Muchísimo nivel había allí, gente muy acostumbrada a subirse a los cajones de los podiums andaluces y, algunos, también a los nacionales. En esos momentos fue cuando pregunté -¿a dónde vamos a ir?- La contestación fue que iríamos camino de Ojén, así que yo tranquilo. Sí, tranquilo ... Véase la foto de familia.


Nada más pasar La Cañada, nos desviamos a la derecha y nos metimos en el campo, ahí empezaba mi aprendizaje, puesto que yo todo lo que no sean carriles anchos, no lo controlo mucho; primeros consejos de los amigos: que si el cuerpo un poco hacia adelante, que si los codos un poco abiertos, que si no fuera tan blando, que las manos sobre el manillar sin hacer fuerza, etc, etc. Y por supuesto, sesión de cuestas.


Y llegamos a un cruce donde me preguntan que si quiero seguir con ellos subiendo a Fuente Santa o me voy con Andrés por otro sitio más fácil. La duda me duró poco, mi amigo Jesús me dijo que eran solo unos pocos de km por carril, que tranquilito llegaría bien. Y me pudo el orgullo, decidiendo irme con ellos, eso sí, me echaron una manita turnándose Paco, Javi y Andrés, para que no me quedara retrasado; esto es lo que se llama trabajo en equipo.


Y llegamos al punto más alto de la ruta, reuniéndonos todos de nuevo.


Y la foto del equipo en la cima, con buenas vistas de la costa, al Sur.


Detrás mía, al Oeste, se veía el pueblo de Ojén.


Ahora tocaba bajar, la parte divertida; a esas alturas del test, ya había cogido confianza con la máquina y disfruté como un crío dejándome ir montaña abajo. Algún repechillo sí que tocó subir también, pero de los cortitos. Aquí los máquinas tirando a tope por una zona estrecha.


Lo peor fue tener que devolver la bici después de la prueba, je je je. Una grata experiencia lo del test y poder compartir unas horas de mtb con grandes figuras del ciclismo andaluz. Por lo que muchas gracias a Javi García por la oportunidad que me brindó para testar tan maravillosa bici y hacerme sentir un élite por unas horas. A los compañeros también darle las gracias por la comprensión y por ayudarme explicándome técnica y echarme "una manilla" en la subida más dura.

Esta fue la ruta, por si alguno quiere hacerla. Salieron unos 23 Km con un desnivel positivo de 712 metros.



lunes, 17 de marzo de 2014

De juerga flamenca

Todo en esta vida no van a ser entrenamientos y crisis, así que aproveché la proposición decente de nuestra amiga Alicia de ir a tomar unas tapas y escuchar flamenco en un bar de aquí de Marbella. Y estas personas tan formales fuimos los que nos reunimos.


Nos gustó mucho el binomio cantaor y guitarrista. Se hicieron de momento con el público asistente.


Ana fue la primera en saltar al escenario para acompañar con el baile.


Tal como se iba trasegando cerveza y vino, se incrementaba el improvisado tablao.


Yo necesité un ratito para salir al escenario, pero al final me animé y acompañé a Maite.


Le fui cogiendo el gustillo y hasta me permití algún caracoleo de manos, jajajaja.


Alicia aprovechó y amagó con marcarse unas bulerías; la cosa estaba ya más que animada.


Se terminó el flamenqueo, pero ya puestos, habría que seguir un ratito más por ahí, más que nada para ir bajando la cena. El personal tenía ganas de juerga todavía.


Y llegó la primera copa, todo con moderación, que somos deportistas.


Eso sí, como buenos amantes de la montaña, nosotros en el exterior. Aquí tres de las chicas del Un dos tres.


Y la cosa terminó, como suelen terminar estas cosas: con mucha guasa y recogiéndose a una hora razonable, por aquello de que aunque nos sentimos muy jóvenes, algunos no estamos ya habituados a trasnochar.


Una noche estupenda de risas y música. El domingo depuramos el hígado con una tremenda carrera a pie, pero eso ya formará parte de otra entrada.

Y hablando de saraos, qué mejor que este vídeo.


miércoles, 5 de marzo de 2014

Trail de Montejaque. Una grata experiencia.


Teníamos la agenda de competiciones completa hasta junio, pero a última hora decidimos asistir al II Trail Villa de Montejaque. Un recorrido de 18 Km con un perfil atractivo. Acordamos irnos la tarde anterior para no tener que madrugar en exceso y llegar algo cansados a la prueba. Los amigos de la oficina de Turismo de allí se encargaron de la difícil tarea de encontrarnos alojamiento y hubo suerte, habían anulado una reserva y podían alquilarnos un apartamento para los tres miembros de la familia que subíamos. Llegamos ya de noche el sábado y nos fuimos en busca de la cena.


Con el restaurante no hubo mucha suerte. Fuimos para tomar pizzas y una vez sentados, con las bebidas puestas y pedida la comanda, nos vino el camarero para decirnos que se les había terminado la pasta. Buscamos alternativa, pero ya andábamos incómodos. La guinda al pastel vino a la hora de pagar, saco mi tarjeta VISA y me dicen que lo lamentan, pero que la máquina se les ha estropeado; ahí ya me mosqueé, porque no había ningún cartel indicándolo y el dinero que habíamos echado estaba destinado para otros pagos que sabíamos que no se podían hacer con tarjeta, conocedores de la cuota que cobra el banco por sacar dinero con la tarjeta en otra entidad.  La comida estaba bien, hay que decirlo en honor de la verdad, pero al personal le hacía falta un módulo de atención acorde con los precios de la carta.

Nos retiramos para preparar las cosas e intentar dormir. Esto último fue misión imposible, nos despertaba constantemente el fuerte viento que hacía esa noche. Así que nos levantamos bien temprano. Aún no sabía ni qué vistas tendría el apartamento, por lo que abrí la persiana, salí a la terraza y me encontré con esta preciosidad llena de paz.


Hacía frío, viento y lloviznaba. Se presentaba un día propicio para una prueba divertida. Había llovido por la noche y la fuente estaba rebosando agua.


Recogimos las bolsas con los dorsales y las camisetas de la prueba, estábamos pletóricos. Ahora a desayunar como tiene que ser: un mollete calentito bien untado, café con leche para Maite y Cola Cao para mí; no hay que experimentar antes de una prueba.

Quisimos estrenar la camiseta que nos regalaba la organización. Cada uno optamos por lo que creíamos que era lo mejor para lo que nos quedaba por delante, y teniendo en cuenta la climatología. Unos estiramientos para no empezar la rampa inicial con los músculos contraídos.


Yo opté por vestimenta tipo guiri total. Durante la carrera aprendería que mejor es mojarse con la lluvia que con el excesivo sudor que produce un chubasquero de este tipo.


Y aquí está el tercero de la familia que participaría en la carrera, pero él ayudando en la organización.


Nos fuimos para la salida y allí nos encontramos con un matrimonio amigo, José Manuel, Regla y Maite harían al final toda la carrera juntos. De paso saludé a la gente que ya voy conociendo desde que nos ha dado por correr y andar por esas sierras.


Está llegando la hora de la salida, hay que poner el reloj en marcha.


No me pongo ya pulsómetro para las pruebas, pero sé que en la salida tengo el corazón acelerado y que se normalizará todo en cuanto empiece a correr. Aquí estábamos ya deseando subir la primera cuesta.


Poco más de 2 km de subir y subir por un camino embarrado.


Pasado el km 3 había un puesto con agua, que la agradecimos después de un primer esfuerzo intenso. A partir de aquí, a correr por todos los sitios posibles para mantener un buen ritmo.



Aprovecharíamos unos km favorables para ir corriendo todo el rato. En el km 6 tomaríamos plátano, naranja y bebidas para seguir con un ritmo vivo. Maite ya se me adelantaría y no la vería hasta mi llegada a meta.


Desde el km 8 al 11 empezaría mi particular calvario subiendo y bajando por zonas enlodadas y con piedras sueltas, lo peor para mis tobillos, yendo con sumo cuidado de no resbalar y pegarle un fuerte tirón a algún músculo o ligamento. Y llegó la parte que no estaba a priori en el guión de la prueba: hubo que cruzar el río que alimenta la presa de Montejaque, que llevaba un caudal nada despreciable.


Yo llegué a esa parte en solitario, así que oí las instrucciones desde el lado contrario, no dando crédito a que tenía que atravesar por medio de la corriente.


Os aseguro que el agua empujaba bien y que estaba bastante fría. En algún momento llegó por encima de la rodilla. Al final me dio hasta la risa.


Faltaban algo más de 6 km para la meta y hubo que hacerlo con los pies mojados, dando la sensación de que las uñas iban sueltas. Correría un buen tramo hasta el km 13, donde estaba el último avituallamiento. Comí fruta y bebí lo suficiente como para poder llegar a meta en condiciones. Cerca del km 15 vendría otra sorpresa, había que atravesar de una ladera a otra por mitad de la sierra hasta llegar al camino que nos devolvería al pueblo. En la zona de piedras y rocas es donde siempre pierdo más tiempo, por el tema del miedo a la inestabilidad de mis tobillos. Luego aprovecharía el tramo final de unos 2 km para llegar corriendo a tope hasta la meta.


Muy felices de haber terminado. Maite entró con Regla, que sería la campeona Máster 50, me sacó esta vez 16 minutos de ventaja. Yo terminé en 3 horas justas, cogiendo experiencia para la siguiente y todavía con fuerzas para hacer más km, lo que supone que tengo que correr más aún para no dejar nada en la reserva.


Javi nos estaba esperando allí para irnos al apartamento.


Qué bien sentó la ducha con agua muy caliente, por no decir la comida que nos pegamos en el bar La Cuesta, buenísima y a un precio inmejorable. Juan, del mesón El Altillo, que fue el que nos alquiló el apartamento, se portó la mar de bien, dejándonos duchar y recoger nuestras cosas sin exigencias de horarios. Ya que pasábamos por la puerta, entramos en el lavadero Fuente Vieja.


Y aquí dejo el perfil que grabó el programa que llevo instalado en el móvil. Faltan los metros finales, porque la salida y llegada eran en el mismo sitio y, por tanto, a la misma cota, pero sirve para hacerse una idea de lo que fue la prueba. Todo bien organizado y bien hecho, por lo que el año que viene repetiremos.


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