domingo, 30 de enero de 2011

Y no estuve en Canadá

Teníamos que bajar a Marbella, hacía frío, pero cuando salíamos de casa no podíamos imaginar con que nos encontraríamos a muy pocos kilómetros con un paisaje tan distinto al que tuvimos a la subida.

No pudimos resistirnos a parar y ver cómo estaba cayendo una buena nevada, con los copos volando hacia el Norte a rachas imprevistas.

Tal vez no fuese un buen momento para viajar, aunque siempre he dicho que con cautela se puede llegar a cualquier sitio, a pesar de que la carretera esté flanqueada por el elemento base en forma de copos cuajados.

No había quien retuviese al niño en su afán de jugar con la nieve, aunque al momento tuviera las manos congeladas. Era ya tal nivel de condensación en la lente, que saqué lo que podría ser el esbozo de un sueño entre la niebla.

Tuvimos que dejar a este arbolito solitario ante una valla de madera que servía para indicar el límite de lo liso con el terraplén.

Baby, it´s cold outside …

http://www.youtube.com/watch?v=yiNnl9WCiYg&feature=related

jueves, 27 de enero de 2011

Caminando, de paseo

Un sábado de mucho frío. ¿Quedarse en la casa o ir de visita al mundo? Mejor esto último, en compañía, claro.


La tierra parece tragarse lo que parece una casa acogedora, donde resguardarse del frío en invierno, y del intenso calor del verano.

Aunque el día esté gris, algunos salen a ver qué pueden echarse a la boca, bueno, en este caso, al pico.

Otros prefieren salir en espantada ante la cercanía de los oteadores del mundo.

She´s got a ticket to ride …

sábado, 15 de enero de 2011

Vida

Un paseo en pleno mes de enero y solo pude contemplar vida nueva por cualquier lado. Ya comienzan a salir algunas flores en los almendros.

Nos llamó especialmente la atención el encontrarnos un grupo de burritos en unos tiempos que ya están casi desaparecidos de nuestros campos. Disfrutamos haciéndoles un buen número de fotos.

Lo más tierno del día fueron los corderitos mamando, con la madre vigilando.

Mi chico también se metió un buen bocadillo entre pecho y espalda. Y es que no hay nada mejor que un buen paseo por el campo para abrir las ganas de comer.

Amo tanto la vida …

martes, 11 de enero de 2011

Regalo: Un día de esquí

Lo que hace unos años era un capricho algo habitual, con la crisis es un regalo muy especial eso de poder ir un día a esquiar a la vecina estación de Sierra Nevada. Me ha costado un esfuerzo económico, tal y como anda mi bolsillo, pero mereció la pena compartir una buena jornada de esquí con mis colegas Miguel Ángel y Luis.

Eran poco más de las seis y media de la mañana del martes de la semana de Reyes cuando salí camino de Río Frío, punto de encuentro con los dos cuñados. Pasadas las ocho de la mañana ya estaba tomándome el tradicional Cola Cao con el bocata de jamón serrano. Trasladaron sus equipos a mi coche y nos fuimos los tres juntos, impacientes por llegar a la nieve. Sería sobre las diez de la mañana cuando estacionamos en el parking Virgen de las Nieves e iniciamos el ritual de las botas, sacar los esquís y bastones, además de ponernos la crema solar.

Botas puestas, esquís y bastones en mano, nos dirigimos al cercano telesilla Virgen de las Nieves.
Llegó el ansiado momento de calzarse los esquís. Yo no lo hacía desde el día del padre, Miguel Ángel y Luis no se estrenaron el año pasado debido a sus obligaciones como papis de nenas pequeñas, así que los tres teníamos la incertidumbre de cómo responderían nuestras piernas después de tanto tiempo sin esquiar. Cogimos el telesilla, descendimos por Ribera del Genil (azul) para coger el Sabika y poder bajar por el Zorro hasta Borreguiles. Allí cogeríamos el Veleta para descender haciendo el recorrido más largo posible por pistas fáciles que nos permitieran ir cogiendo los giros y calentando muslos, en ello estábamos cuando empalmamos directamente con El Río (azul) y llegamos hasta Pradollano.

La primera impresión fue que los muslos estaban ya a su temperatura de trabajo y, también, que no se nos había olvidado del todo cómo esquiar. De los tres soy el que peor estilo tiene, pero hace ya tiempo que aprendí a salir de apuros, así que … ¿quién dijo miedo? Después de un tentenpié, decidimos subir hasta el radiotelescopio empalmando los telesillas Jara y Monachil. Desde allí se ve Borreguiles como un pequeño hormiguero.
Bueno, ya era hora de pasar a la acción, cruzar a la otra ladera y empezar con la zona de las pistas rojas. Descendimos por Cecilio (azul) para coger de nuevo el Veleta. Descendimos en oblicuo hacia la derecha para entrar en Diagonal Cauchiles (roja) empalmando con el Águila (roja); aquí ya hablábamos de palas en condiciones, donde daba la impresión de que el suelo terminaba de pronto.
Tocaba bajar esquiando hasta el coche para reponer fuerzas. Alguno que otro se puso cómodo para comer.

Ahora había que coger el Stadium para subir a 3050 metros y disfrutar de las pistas que se ramifican del Águila, todas ellas rojas, preciosas y no muy concurridas, cosa de agradecer. A continuación, los dos cuñados perfectamente sincronizados en un giro.

Aquí me sacaron atareado, con la cámara colgada al costado, algo no muy recomendable en caso de caída, pero que ya lo tengo como costumbre.

Llegadas las cuatro y cuarto de la tarde y después de acalambrarse mi tibial izquierdo, decidí que ya era hora de quitarse los esquís e ir en busca de las cómodas zapatillas de montaña.

Nunca desaprovecho la ocasión para hacer fotos, ni mi colega tampoco, que me sacó aquí con el Veleta difuminado al fondo.

Para terminar el relato, ¿qué os parece la panorámica desde el parking?

El regalo más grande …

jueves, 6 de enero de 2011

Pilar de Coca

Una excursión preciosa la de este domingo pasado, e improvisada, sin saber que me iba a encontrar haciendo una ruta establecida y registrada. Tenía pensado dar un paseo por el campo, así, sin más, cogí la mochila y la cámara de fotos, le puse la correa a Coco y salimos camino del Zoco. Dejando a la derecha el recinto ferial, enfilamos el camino de tierra subiendo por el cerro de La Pastora. Atrás dejábamos la ciudad.

Entramos en zona de tierras fértiles, aunque a la izquierda la tierra solo estaba preparada para recibir el tiempo donde en ella comience a crecer el cereal.

Los contrastes a un lado y otro del camino eran bastante acusados; a mi derecha estaba una finca donde predominaba el verde y amarillo.

Seguíamos andando por el mismo camino, yendo algo más lejos del paseo habitual, teníamos tiempo y nada más importante que hacer, solo disfrutar del silencio roto por los pájaros revoloteando de un lado a otro, distraídos con los charcos formados entre la tierra arada.

¡Sorpresa! En un cruce me encuentro este cartel indicativo de “Puerta Verde de Marbella” perteneciente a la vía pecuaria Cordel de Camino de los Pescadores, sí, como estáis leyendo, este camino va desde Marbella, en concreto desde Aloha, hasta el Pilar de Coca, en Ronda, pasando por los términos municipales de Benahavís, Istán, Igualeja y Parauta. Encima, miré hacia el cartel y me encontré con el regalo de esta foto.

Seguí por el camino, intuyendo que llegaría cerca de la vía del tren, para volver por otro lado. Anduve un rato entre campos de encinas.

Me tropecé con dos corredores que pasaban por allí, y les pregunté si me faltaba mucho para llegar a la vía. Me hablaron del Pilar de Coca, que cuando llegara a la fuente, el pilar, cogiese un camino que hay hacia la izquierda, el llamado Camino del Capitán, que me llevaría al Patronato Militar, ya a un kilómetro y medio del punto de partida de la excursión. Por fin me tropecé con el famoso Pilar de Coca, desconocido para mí hasta esa mañana.

Después de probar el agua fría del caño, tomé el camino de tierra que me llevaría hasta el Patronato Militar, donde mi hermano Cristóbal hizo el primer curso de B.U.P. allá por el año 1977. Antes de que el camino empezara a estar asfaltado, en una curva me tropecé con estas vistas magníficas de este tranquilo pueblo que tanta paz me ofrece.

Dos horas y cuarto, nueve kilómetros y medio y unas saludables ganas de comer. Todo eso en una mañana sin planes.
Bonito, todo me parece bonito.

domingo, 2 de enero de 2011

Baño de cuerpo y alma

Era el último día del año, llovía y no hacía calor, pero había que bañarse para dejar en las benditas aguas de la mar todo lo malo que pudiera haberse acumulado durante todo el año, y empezar así uno nuevo con el cuerpo y el alma limpios de todo mal. Lo peor, bajarse del coche solo con el bañador y posar los pies desnudos sobre el agua de la lluvia, que corría por la calle.

Raúl mostraba el símbolo de la victoria, aún no se había metido en la mar, por eso esa cara de alegría.

Una vez que se dio los primeros chapuzones, la cara adquiría otros rasgos más propios de los países fríos.

Servidor, una vez que comprobó que no había dolor en el pecho ni en el brazo izquierdo, o sea, que no había probabilidad de infarto, empezó a darse chapuzones como un loco; lo que fuera con tal de entrar en calor.

Enseguida se pasa el frío y se olvida uno de que está en el último día del año dándose un baño en una playa totalmente solitaria sobre la que sigue lloviendo. Espero poder seguir bañándome muchos fines de año con mi colega Raúl.

Joselillo, querías fotos y aquí las tienes, campeón. El año que viene no puedes fallar.

Mejor vivir sin miedo ...

sábado, 1 de enero de 2011

Visita a mi mar y a mi sol

Después de meses he vuelto con mi cámara de visita a mi mar. Llegaba prácticamente de noche, cuando el cielo comienza a degradar del negro más absoluto a unos tonos azules, no antes sin pasar por el violeta. A esa hora ya esperan algunos la entrada de sus barcos.

Desde mi posición tengo dos paisajes marinos totalmente diferentes, a la derecha están esos violetas y azules, mientras hacia mi izquierda empieza a empujar el naranja con un sol como desplazando el cielo hacia arriba, ganando sitio.
En un visto y no visto, todo Levante se vuelve naranja, derramándose el cielo sobre el mar. Ya amaneció.
Fue un maravilloso encuentro entre tres viejos amigos: el sol, el mar y yo.

Su pequeña huella no vuelve más …