sábado, 27 de noviembre de 2010

Llueve en la sierra

Teníamos que salir de excursión para orearnos algo los dos. Daba igual que estuviera lloviendo, queríamos hacer algunas fotos; seguro que veríamos algo interesante. Nos encaminamos hacia Grazalema, muchas curvas y mucha agua. Antes de entrar en el pueblo nos encontramos con la indicación de una fuente romana, y hacia allí nos dirigimos.

La primera foto la hizo Javi sin bajarse del coche, con la ventanilla abierta. Yo quería algo más, así que quise plasmar el entorno rural del lugar.

Como máscaras de teatro romano, cada una echaba un generoso caño de agua que desbordaba por uno de los laterales.

Por encima una placa conmemorativa, en un aparente castellano antiguo con mención del corregidor y el alcalde. Si alguien es capaz de traducirla completa, puede dejarlo como comentario. Curiosamente no lleva fecha.

Justo enfrente hay un lavadero, con caños libres cayendo sobre una piedra gastada y llena de un verde botella que le da la antigüedad. El lugar se mantiene limpio, como si aún siguiera dedicándose a lavar la ropa mientras las mujeres del lugar hablan de sus cosas.

Ya teníamos colmada nuestra curiosidad, así que salimos del lugar, nos adentramos en el pueblo y seguimos las indicaciones para llegar a un mirador. Todo allí era otoño.

El fotógrafo se iba mojando cada vez más, pero eso no era ningún impedimento para comprobar el resultado de su última toma, por si había que corregir algo.

El padre no podía irse de rositas, había que posar sin rechistar, en el lugar adecuado.

Antes de perder las cámaras bajo el agua, dimos la vuelta para buscar el coche. Por el camino me encontré con este cuadro, que me encantó.
Ya de vuelta paramos un instante para reflejar el estado de la tarde, con un pueblo encendiendo sus luces en medio del agua y la niebla.


Hoy también está lloviendo y … te he echado de menos. Contigo en la distancia.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Fiesta del conejo

Creo que cada vez me gustan más los pueblos pequeños. Hace algunos días que me llamó mi colega Miguel Ángel para decirme que en Parauta se celebraba la fiesta del conejo y que se venía para acá con todas sus mujeres, es decir, la señora y las tres niñas, así que si quería podía apuntarme al evento. Y así lo hice.

Parauta es un pueblo de la serranía, entre castaños y olivos, autosuficiente como todos los pueblos serranos, acostumbrados a sobrevivir con su producción agrícola y ganadera.

Con buen criterio, el día de la fiesta no dejaban bajar los coches al pueblo, así que tocó aparcar por el camino, como mejor se pudo. Después tocaba un agradecido paseo bajando al pueblo.

En el polideportivo montaron una gran carpa llenita de mesas, y en el exterior habían puestos donde se vendían desde quesos y vino, hasta pequeños juguetes y complementos para vestir. En fila india fuimos entrando bajo el arco puesto para la ocasión.

El plato fuerte de la fiesta era un arroz con conejo que todos pudimos degustar. Como buena fiesta que se precie, no podía faltar la música, como un grupo de verdiales.

Un momento muy emotivo fue cuando se homenajeó al anciano del pueblo, con noventa y nueve años cumplidos, casi nada. La apariencia del abuelo, con buen color y mejor humor, indica que pasará de largo el siglo. Me encantó el respeto y el cariño de todos hacia el anciano del pueblo, en unos tiempos en que la expresión aquella de –respeto a los mayores- tan mal aprendida tienen tantos jóvenes.

Después del buen yantar y del buen beber, fuimos a dar un paseo por el campo, dejándome alguna presumida paloma retratarla tranquilamente, mientras tomaba el sol encima de un palo.

De regreso a la fiesta nos encontramos con una función teatral infantil, donde un grupo representaba escenas de Walt Disney. Los pequeños estaban encantados, y algún mayor también disfrutó de lo lindo.

Terminó el teatro y tocaba dar una vueltecita por las calles estrechas con sus casas pintadas de blanco.
Algo que me va gustando es el cuidado que se va teniendo por conservar las cosas auténticas. Esta papelera empotrada en un muro de piedra no entorpece el camino ni está fuera del entorno rural.
Se estaba haciendo de noche y había que volver. Fue un largo y bonito día. Este Miguel Ángel siempre tiene buenas ideas. Escalera y caminito del coche.

El caso es andar ...
http://www.youtube.com/watch?v=7zS1d_OJ0V0&feature=related

miércoles, 17 de noviembre de 2010

De vuelta a la tierra

Aquí no se queda nadie, todos tenemos que volver tarde o temprano a la tierra que nos llama. Esta vez ha sido José Luis el que ha vuelto a la otra dimensión, dejándonos aquí con los buenos recuerdos que ha dejado en su paso por este mundo.

Afortunadamente tengo una gran memoria histórica, pero de las cosas buenas, esa suerte la mía. De este hombre tengo muchos y muy buenos recuerdos, desde que de niño ocupaba el patio de su casa, dando balonazos en compañía de sus hijos en interminables partidos de fútbol.

Aún oigo su voz de tono cariñoso, sus explicaciones sobre cualquier tema, ya que aparte de tener una inteligencia poco común, era una fuente de conocimientos de cualquier materia. Su camino siempre fue recto, con paso marcial, valiente, sin dejarse llevar por los vaivenes políticos que tenía que soportar en su importante puesto como funcionario.

Ha marchado un hombre al que siempre he respetado y admirado, y que ya siendo yo adulto consideré mi amigo. Hasta luego, José Luis.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Setenil de las Bodegas

Conocer un pueblo supone dos caminos: leer sobre él o visitarlo. Suelo elegir el segundo, cámara en mano y con tiempo en el bolsillo. Hace casi dos semanas que estuve de visita por Setenil de las Bodegas, bonito pueblo cercano a Ronda, rodeado de bonitos campos.

No olvidemos que estamos en tierras serranas, lo que lleva a construir en ladera, dando un aspecto de casas encima unas de otras. Desde arriba es algo como ésto.

Por el interior de estos pueblos no es fácil ni circular ni aparcar, así que toca estacionar, para no dar más vueltas y ya que no tengo prisa, a las afueras, arriba del todo. Vas bajando hacia el centro y vas descubriendo cosas. Siempre se ha necesitado agua, lo que llevaba a buscar el asentamiento cercano a algún río.

La nota curiosa en este pueblo son las casas y establecimientos hosteleros, que han aprovechado el hueco excavado en la roca para cerrarlo y aprovecharlo.

Estos sitios invitan al paseo y a las confidencias.

Después de unas cervezas y tapas a precios a los que todavía no me he acostumbrado viniendo de una ciudad turística, lo que apetece es dar un paseo por alguna ruta.

El paisaje empuja una y otra vez a emplear la cámara de fotos.

En las ciudades usamos el PVC para canalizar el agua que brota de la tierra, por aquí el material es más ecológico, como pueden ser tejas de adobe.

Estamos ya casi saliendo del pueblo por un paseo bordeando el río, donde las casas vuelven a aprovechar el calor de la piedra.

El espacio interior de las casas bajo roca tiene que ser mejor aprovechado que para tender la colada de la ropa interior; qué mejor que una cuerda de lado a lado en una esquina de la calle. Afortunadamente las tan temidas, a veces, ordenanzas municipales, no son tan estrictas en los pequeños pueblos.

Me encanta mi querida España, en serio, por mucho que se empeñen algunos en irla deteriorando.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Buscando buitres

Los niños buscan aventuras para ir conociendo el mundo en el que viven. Personalmente creo que moriré siendo un niño, espero que de edad avanzada, pero un niño; así que de vez en cuando nos juntamos dos niños, mi hijo y yo, y vamos en busca de alguna aventurilla que nos pueda divertir. Hace poco decidimos ir en busca de buitres para fotografiarlos.

En el Puerto del Viento ya vimos buitres con anterioridad, así que decidimos ir allí, pero cogimos una ladera al Sur del lugar donde una vez los observamos, con la idea de poder fotografiarlos ladera abajo. A veces puede parecer que estuviéramos en el Torcal, por el tipo de formación rocosa. Alguno aprovechó para trepar y ver el mundo desde las alturas.

Y llegaron, pero en la ladera contraria, les vimos aparecer y desaparecer tras una vuelta rápida de reconocimiento. De momento no había fotos de buitres, aunque sí teníamos algún rebaño de ovejas pastando cerca.

Nos montamos en el coche y cogimos la carretera para dirigirnos a Setenil de las Bodegas, ya por hacer un poco de turismo. Llegando al pueblo nos encontramos con algo nunca visto –un cielo plagado de buitres, como si de golondrinas se tratase- algo increíble. Por supuesto que paramos el coche y nos pusimos a contemplar tan inusual espectáculo.

El problema de verlos sin estar en una cima es que sobrevuelan muy alto y no se puede captar bien con una cámara sin un gran tele, pero hoy quería sonreirnos la vida y alguno pasó algo más cerca para dejarlo dentro de la cámara.

Valió la pena el paseo, viendo buitres con una de las mejores compañías, como son los hijos.