martes, 31 de agosto de 2010

La Vuelta por mi barrio

No podía pasarlo por alto, dos pasiones, la bici y las fotos. Ayer pasaba por mi barrio marbellí la Vuelta ciclista a España. A poco más de cien metros de donde tengo la oficina, tenía la oportunidad de ver en directo la que se monta en un evento como éste. Muchos agentes encargados de la seguridad, coches de apoyo, motos acompañantes, en fin, una feria ambulante, y nunca mejor dicho.

Antes que los ciclistas pasaron algunos coches cargados de bicis y ruedas, el sueño de un loco de esos chismes, como lo soy yo.

Después de un cuarto de hora viendo pasar agentes, motos y coches de apoyo, llegaba el pelotón, siguiendo al coche donde supongo que iba el comisario de la carrera.

La emoción iba en aumento, un chiquillo aplaudía al paso de J.A. Flecha.

Algún ciclista iba pensativo, con la lengua fuera, como diciendo –vaya calor que vamos a pasar hoy- y en eso llevaba toda la razón; como que yo estaba sudando y solo hacía como ejercicio el apuntar, enfocar y apretar el botón del disparador de mi cámara.

Solo empezar y ya iba alguno con problemas técnicos. Me quedé alucinado viendo al mecánico, en directo, con medio cuerpo asomado por la ventanilla del coche, solucionando el problema técnico del esforzado deportista.

En fin, que en un visto y no visto, contemplamos a nuestros héroes ciclistas al paso por el barrio. Una experiencia de corta duración pero muy intensa.

sábado, 28 de agosto de 2010

Nuestro ocaso

No soy amigo de escribir sobre la muerte, aunque no por esquivarla no me llegará en su momento.

Ayer se puso la vida de Pepe, un buen hombre, trabajador y amante de su familia. Su ocaso llegó antes de lo normal, de sorpresa, sin previo aviso. Hoy tenemos que darle apoyo a una familia que ha perdido a uno de sus miembros, algo que causa tanto dolor en el alma.

Me gustaría despedirme de él con esta pieza de Schubert.

jueves, 19 de agosto de 2010

Un paseo por Zahara de la Sierra

Una tarde de hace un par de sábados se me ocurrió coger la cámara de fotos e irme a Zahara de la Sierra, así, en solitario. Aparqué el coche en la carretera y me fui en busca de una calle muy empinada para hacer una primera visita a este bonito pueblo de la provincia de Cádiz. Me llamaron la atención las casas encaladas, limpias, ubicadas a cada lado de calles estrechas.

Seguí subiendo hasta divisar un torreón al que quería subir, en todo lo alto de la montaña. Seguro que fue utilizado en su tiempo como lugar para otear y defender el lugar de enemigos extranjeros.

Después de preguntar a un anciano del lugar, me indicó por dónde podía acceder al torreón. Para ello tenía que volver sobre mis pasos, atravesar el pueblo y subir por unas empinadas rampas desde donde se me ofrecían paisajes que a esa hora tardía parecían sacados de un cuento.

Ya arriba, pasé al interior, subí por unas escaleras de piedra, muy estrechas y oscuras, hasta llegar de nuevo a la luz de la tarde, divisando un horizonte lejano de 360 grados. Me tomé mi tiempo para disfrutar, respirar despacio y hasta meditar por unos minutos. Todo era paz. Luego volví a salir por una puerta que me conduciría al monte.

La bajada la hice por la otra salida del pueblo, divisando en un momento dado el torreón y los tejados de la iglesia.

Fue una buena tarde de fotos y pensamientos positivos.

http://www.youtube.com/watch?v=UN6tcdiqELk

viernes, 13 de agosto de 2010

De secano

La tierra está rota, seca, falta de un agua que tardará en llegar. Esto no es motivo para que no existan elementos agarrados a ella, recibiendo un sol tardío, escapando por un horizonte plano, despidiendo el día.

Inmensa Marisa Monte en esta canción, acorde con esta entrada.

viernes, 6 de agosto de 2010

Vuelvo


Pasado lo que podría ser el ecuador de la vida de una persona, se dan planteamientos a los que hay que buscarles solución. No sé si alguno de ellos es de valientes o de locos, pero no quiero quedarme con la incógnita, así que he tomado una decisión, ya cercano a los cincuenta, mirando atrás, haciendo balance; digamos que he hecho auditoría de mi vida, con conclusiones al final.

Vuelvo al sitio del que pienso que nunca tendría que haberme ido. A ratos pienso que ha habido un paréntesis de treinta años, con muchas vivencias bonitas, sí, pero que hay que aparcar de algún modo para continuar con lo que dejé pendiente. Esto no quiere decir que tenga que borrar de mi mente todo ese paréntesis, porque en él han ocurrido cosas maravillosas.

Espero que la vida me siga regalando la libertad que siempre he tenido, con la suficiente salud como para seguir caminando entre atardeceres y poder tomar buena nota de ellos.

Vuelvo porque te estaba echando de menos …

domingo, 1 de agosto de 2010

Mi subida vista por mis amigos. Cap. IV

Termino la serie de la subida a La Concha de este año con una serie de fotos que me hicieron mis compañeros de karate, y sin embargo amigos, con algunos robados pillándome en plena acción fotográfica. En alguna he posado para no ser yo siempre el que exija una parada con foto incluida.
Seguro que estaba viendo algún curioso paisaje cuando me pillaron de esta guisa.

Me adelanté corriendo para pillarles a todos dentro del bosque, pero por lo visto alguien corrió más que yo y me cazó.

Con tal de no tener que quitarme la mochila, en los escasos descansos buscaba una roca sobre la que poder apoyarla al mismo tiempo que permanecer sentado. No tuve más remedio que aprenderlo durante mi servicio militar, donde tenías que apañártelas para aprovechar el mínimo tiempo de asueto en aquellas larguísimas caminatas por esas sierras interminables.

Una fotillo de grupo delante de unas bonitas montañas.

Aquí sí que me pillaron concentrado. Las vistas eran como para emplear todo el tiempo del mundo en registrarlas con la cámara.

También quise tener Marbella tras de mí, bajo mis pies, con una buena pared vertical un paso atrás.

Y cómo no, una foto testimonial de mi entrega simbólica del tercer dan, atándome un decolorado cinturón negro, que va perdiendo poco a poco su color original a base de sudados entrenamientos.

Parecía un inglés en Nueva York.